Antonio Blanca junto a algunos artistas de Jaén (Manuel Jódar, David Padilla y Gaspar Cortés).
Currículum
Fuente: yayyan.com
Nace en 1960, pasa su infancia y juventud en Torredelcampo.Fue
alumno de Manuel Kayser en la Escuela de Arte de José Nogué,
estudios que completaría
en la Facultad de Bellas Artes de Granada.
Ha
expuesto individualmente y ha participado en numerosas
colectivas. Comparte la dedicación a la Pintura con la Escultura
y el Diseño. Su
obra está representada en la pinacoteca de
la Diputación Provincial de Jaén,
Ayuntamiento de Jaén, Club 63, Jaén.
Universidad Internacional de Andalucía. Ministerio
de Cultura, Madrid. Fundación Jacinto e Inocencio
Guerrero, Madrid. Universidad de Jaén, (Escultura
Homenaje a los Pueblos). Exposiciones
Individuales:
2000
Pinturas.
Galería Alfama. Madrid
1982 Pinturas.
Sala de Arte Jabalcuz, Jaén.
Exposiciones
Colectivas:
1987
Artistas
Becados por el Instituto de Cultura: A. Blanca,
Carmelo Palomino, Blas Medina, Andrés Orihuela.
Salas de Exposiciones de la Diputación Provincial
de Jaén.
1983
Exposición
Itinerante "La Cultura en la Calle. Diputación
Provincial de Jaén. 1982
Sala
de Arte de la Caja de Ahorros de Granada, Jaén.
Sala de Exposiciones CICA de Jaén.
Sala
de Exposiciones del Museo Provincial.
1981 Sala de Exposiciones CICA, de Jaén.
Sala de Arte de la Caja de Ahorros de Granada,
Jaén.
1980
Sala
de Arte de la Caja de Ahorros de Granada, Jaén.
Palacio
Teniente Olavide, La Carolina (Jaén).
Premios:
Desde
el año 1981 compagina, Pintura, Escultura
y Diseño, realizando innumerables productos
gráficos (libros, cartelería, escenografía,
etc). Ha expuesto individual y colectivamente, Jaén,
Madrid, Sevilla, Washington (EE.UU).
1980
Accésit:
II Certamen "Ciudad de Lucena", Córdoba.
1980
Primer
Premio: Delegación de Cultura, Jaén.
1981
Primer Premio: II Certamen Nacional de Artes Plásticas,
Ministerio de Cultura, Madrid.
1982
Accésit:
VII Certamen Nacional, Almería. Organizado
por la Caja de Ahorros de Almería.
1983
Segundo
Premio: Pintura rápida, Ayuntamiento de Jaén.
1985
Segundo
Premio: Delegación de Cultura, Jaén.
1990 Segundo
Premio: IV Premio Internacional de Pintura “Emilio
Ollero”, Jaén.
1991 Primer
Premio: X Premio Jaén de Pintura “Club
63”, Jaén.
1993
Accésit:
VII Premio Internacional de Pintura "Emilio
Ollero", Jaén.
2002
Es reconocido con el Premio "Jaén Paraíso
Interior", Diputación Provincial de
Jaén.
Críticas y Textos:
El Arte en Jaén. Cuatro artistas de una generación
que afirman la realidad de su pintura.
Diario
Ideal, 3 de enero de 1989
“...Antonio
Blanca nos acerca, con su pintura, la proximidad
de un mundo que aún no se ha dejado transformar
en consumo. Contrapunto del trepidar que nos invade
a los hombres del siglo XX, los cuadros pintados
por este artista hacen que nos aproximemos a un
clima monacal donde las cosas reflejan el silencio
que conforman su estado plástico, levemente
dorado por el que se filtran las transparencias
del ambiente gozoso que las anima.
Más
que una pintura literaria, la pintura de Antonio
Blanca es una pintura para hacer literatura, porque
ella, desde su sencillez –apenas unos lápices
de colores y un papel- nos transporta a un mundo
de placidez donde las cosas habitan o son habitadas
por la vida aéreamente espontánea
y frágil entremezclándose con los
objetos; nada sobra y debo advertir que no sé
si falta algo en estos cuadros del pintor que siempre
me han emocionado....”.
Miguel Viribay
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Antonio
Blanca Torres, de ritmos y sensaciones
“Desde
el primer instante en que el observador contempla
la obra de Antonio Blanca Torres, se ve convocado
a celebrar la serenidad, el silencio sahumado de
alegría. Y es que posiblemente uno de los
rasgos que mejor pudieran definir la obra de este
autor, sería esta capacidad que atesora para
estructurar y administrar la sensibilidad. Una sensibilidad
presidida por la lentitud y que surge de la condición
innata de saberse codear con los estímulos,
y transmitirlos, sin espasmódicas convulsiones;
acaso, con una fuerte excitación contenida
que, de forma sosegada, todo lo invade, fluye y
se derrama con la armonía y el compás
que se cierra en torno a la desencadenada tormenta
de sensaciones, que empapa y adquiere todo su sentido
en el latido de un calmo respirar con el que no
querer encontrar un nombre para lo que se piensa.
Así,
Antonio Blanca, modela sus pinturas, trabaja la
compostura de la totalidad con sugerente anhelo;
resbalando las formas en la habitación de
los fondos, regalando a la mirada alguna vitrina,
algún que otro bodegón, incluso algún
paisaje, pero sobre todo, regalando flores. Flores
recogidas en ramos recién apoyados o esentas
y solas como una anónima presencia entre
veladuras y texturas en las que cabe la razón
en un solo pétalo, en una insinuación
localizada iluminando todo su rededor desde el tacto
de un color.
De
ahí que el color en su pintura garantice
la consecución de sensaciones. Porque en
esa alambicada formulación con la que hace
que éste se pose sobre la superficie, el
autor degrada e incide en las tonalidades y temperaturas
como si de ello fuera una liturgia de ecos íntimos.
De
este modo, en su obra todo funciona como un aliento,
como si estos cuadros emanaran de su propio fondo
empañando la superficie no queriendo mostrarse
en su definición total; sugiriéndose
desde las entrañas de cierto dulzor prendido
en la melancolía sin bataholas ni subterfugios
en los que enmascararse”.
Juan Antonio Tinte
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Periódico
“El Punto de las Artes”. Año
XV. Nº 553. Madrid, enero 2000
“Por
suerte o por desgracia, nos ha correspondido vivir
en un siglo donde la aceleración y lo perecedero
se han convertido en vitoreadas proclamas. Quizás
por eso sorprenderá más aún
la obra pictórica de Antonio Blanca. La serenidad,
la quietud y la reflexión se conjugan entre
sí, aportando un momento de calma al caos
reinante. Pero no debemos caer en la tentación
de sugerir un paréntesis en el tiempo.
Sus
presentaciones públicas son escasas pero
cada vez que sale a la luz podemos estar seguros
de la madurez de su empresa. Podríamos limitar
la visión de estos cuadros y pensar que el
hilo conductor estaría en torno al tema mayoritario:
las flores; o bien podríamos intentar “ver”
y descubrir el papel anecdótico que las naturalezas
muertas juegan en sus composiciones. A través
de una estudiada armonía cromática
y de unos insinuados contornos que consiguen la
confusión de la figura integrándola
en la atmósfera reinante, Antonio carga de
lirismo las cosas más cotidianas envolviendo
así sus temas. Su sensibilidad no pasa desapercibida
y prefiere intuir las formas, dejar que el ojo del
espectador una los puntos de manera casi instintiva,
antes que convertir los límites de sus pétalos
en el blanco de la mirada y de la conciencia. La
fusión que se produce entre la forma de vivir
y la forma de pintar en Antonio Blanca introduce
un elemento organizativo y clarificador en sus obras:
la luz; mística que sumerge al observador
en la obra, dirigiendo como si de un foco puntual
se tratarse, los ojos del que la contempla y volcando
así la atención en el centro de la
espiral. Esto se ve reforzado por la agrupación
de materia en motivos concretos que producen una
intensificación del objetivo.
Distintas
sugerencias se muestran ante nosotros. Por un lado
nos encontramos con las ya mencionadas flores, pero
por otro descubrimos varias obras que si bien son
escasas en cantidad no merman en importancia. La
interpretación que realiza sobre el paisaje
urbano de Jaén, sus tejados, y la presencia
imponente de la Catedral como flanco de las atenciones;
junto con algunas visiones de interiores nos llevan
desde un ensoñamiento casi ingenio hacia
una sorprendente inquietud.
Quien
conozca la trayectoria pictórica de este
trovador del arte puede encontrar en ciertos tratamientos
del color un ápice de extrañeza. El
pausado ritmo de sus tonalidades en algunas de sus
composiciones deja paso a una tamizada agresividad
a través de la calidez de sus matices.
En
la muestra que nos regala el autor encontramos dos
caminos: la placentera exaltación de su espíritu
y el conflictivo devenir del momento. Con una técnica
plástica muy depurada donde la pintura se
conforma como tal, nunca al servicio de la narración;
podemos sentir la transcendencia de una vida dedicada
al trabajo, la vocación de un poeta y la
sensibilidad de un hombre”.
Angela
Kayser Mata.
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“La
pintura de Antonio Blanca es misteriosa y sugerente,
a medida que se la mira va invitando a entrar en
ella. Se siente como un vértigo, una intriga
por entender y descubrir algo que se vislumbra trascendente.
Un
cuadro de los suyos puedes dejar de mirarlo pero
nunca lo das por visto, vuelves a verlo, vuelves
a mirar y quizá en la segunda o tercera ocasión
ya “ves” algo y posiblemente distinto
de la primera vez.
Es
una obra que tiene alma y aún sin ser conceptual
atrapa al pensamiento y al concepto de quien la
observa y aunque el pintor se detiene aparentemente
en un sencillo problema de belleza y de plástica,
por la manera de usar la materia, Antonio Blanca,
le pone un misterio y una emoción que invita
a la comunicación como ocurre inexorablemente
con el buen arte.
Le
importan las cosas sencillas, pequeñas, realza
las cosas habituales de nuestro entorno, no deteniéndose
en lo que son sino en lo que significan.
Catálogo
de la Galería de Arte ALFAMA. Madrid. Enero
2000.
Amparo Martí. Miembro de las Asociaciones
Española e Internacional de Críticos
de Arte.