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biografía
Inca tiene muy claro que uno de los mayores riesgos en pintura es caer en el anquilosamiento, lo que le lleva a la conclusión de que son convenientes cambios de tesitura para afrontar otras experiencias enriquecedoras. En esta ocasión, ha querido adentrarse en el retrato, afrontando con contundencia las trascripciones fisonómicas, ateniéndose a estrictos criterios naturalistas, conocedora que el parecido en el retrato -cuestión que no suelen pasar por alto las partes implicadas- es menos importante que acceder a la identidad de cada individuo. Primera reflexión (Parece
que estos retratos le sirvan de excusa para ahondar en su universo
transcendente, tan excitante en esta pintora de nervio, para su equilibrio
psicológico, para su enriquecimiento
personal. De esta manera parece desear compartir ese trance con los retratados,
tomarlos uno a uno como ejemplos de conducta, mostrándo/es que
piptar es un acto vital, que se transforma en desafío pérsonal,
en actitud mental y física, donde la mirada asociada a la
experiencia actúa como desencadenante que abre el cofre de
las voluptuosidades, produciendo una desbordada sensación
de energía y apego por las cosas terrenales, entre las que
sus amigos ocupan lugar preferente, con sus virtudes y defectos). (Inca Quesada Bayona, a tenor de sus preferencias,
defiende la modernidad pictórica con todas sus consecuencias.
Aún ciñendose
sistemáticamente a la estructura formal que sostiene cada
uno de estos rostros, el color lejos de someterse a la forma, parece
reivindicar un cometido indicial, porque no está añadido
al azar iluminando un gesto, una tez o una mejilla con un criterio
estético, sino manifestando relación con un lugar;
un tiempo, una hora del dia, a veces una estación del año,
que deja su impronta en cada atmósfera como una prueba táctil,
que nos hace percibir el calor estival (retratos de Jesús
Melero, Emilia Echezarra. ..) o la tonalidad propia de las lámparas
incandescentes (retratos de Pilar de Rafael Perales...). Estos rostros,
contemplados con luz natural, muestran la importancia que la pintora
ha otorgado a la sensación sobre otras cuestiones, con una
evidente intencionalidad evocadora). Tercera reflexión (Aquí no hay estilos que valga, sino
la necesidad de pintar, sin ambages, aplicando
José Montané
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