BIOGRAFÍA: INCA QUESADA BAYONA
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Breve biografía
Nace en Huelma (Jaén) en 1955
Reside y pinta en Jaén en el barrio
emblemático de de San Andrés.
+ información :
Referencia en Internet dentro del portal de arte de Jaén.


Inca Quesada Bayona

Inca tiene muy claro que uno de los mayores riesgos en pintura es caer en el anquilosamiento, lo que le lleva a la conclusión de que son convenientes cambios de tesitura para afrontar otras experiencias enriquecedoras. En esta ocasión, ha querido adentrarse en el retrato, afrontando con contundencia las trascripciones fisonómicas, ateniéndose a estrictos criterios naturalistas, conocedora que el parecido en el retrato -cuestión que no suelen pasar por alto las partes implicadas- es menos importante que acceder a la identidad de cada individuo.

Primera reflexión

(Parece que estos retratos le sirvan de excusa para ahondar en su universo transcendente, tan excitante en esta pintora de nervio, para su equilibrio psicológico, para su enriquecimiento personal. De esta manera parece desear compartir ese trance con los retratados, tomarlos uno a uno como ejemplos de conducta, mostrándo/es que piptar es un acto vital, que se transforma en desafío pérsonal, en actitud mental y física, donde la mirada asociada a la experiencia actúa como desencadenante que abre el cofre de las voluptuosidades, produciendo una desbordada sensación de energía y apego por las cosas terrenales, entre las que sus amigos ocupan lugar preferente, con sus virtudes y defectos).
...proponiéndose ahondar en la psicología de cada personaje para mostrarlos como ella los siente, intuyendo que el significado no es una cuestión perceptiva y que al espectador le corresponde participar activamente en la decodificación de los registros de este material pictórico...

Segunda reflexión

(Inca Quesada Bayona, a tenor de sus preferencias, defiende la modernidad pictórica con todas sus consecuencias. Aún ciñendose sistemáticamente a la estructura formal que sostiene cada uno de estos rostros, el color lejos de someterse a la forma, parece reivindicar un cometido indicial, porque no está añadido al azar iluminando un gesto, una tez o una mejilla con un criterio estético, sino manifestando relación con un lugar; un tiempo, una hora del dia, a veces una estación del año, que deja su impronta en cada atmósfera como una prueba táctil, que nos hace percibir el calor estival (retratos de Jesús Melero, Emilia Echezarra. ..) o la tonalidad propia de las lámparas incandescentes (retratos de Pilar de Rafael Perales...). Estos rostros, contemplados con luz natural, muestran la importancia que la pintora ha otorgado a la sensación sobre otras cuestiones, con una evidente intencionalidad evocadora).
Expuestos a la luz, rescatados del lado oscuro, de la sombra de la que nace toda imagen, parecen rescatados de la nada, próximos a nosotros dando testimonio de una presencia que desconoce lo bidimensional. Inca, por encima de conceptos y estilos pone empeño en representar los rasgos de cada retratado, evocando volúmenes, resolviendo dudas al paso, rectificando, en una estrategia que se sitúa entre lo documental y lo estético, a lo que añade su pizca de misticismo ¿cual sería, de lo contrario, la fórmula del retrato de Blas Cabrera?

Tercera reflexión

(Aquí no hay estilos que valga, sino la necesidad de pintar, sin ambages, aplicando
fórmulas y probaturas diversas. Lo realmente importante es ejercer de pintora, vivir la pasión por pintar y esto es lo que trascenderá a nosotros de ella. Aún dentro de una cierta minuciosidad, no aparecen concesiones a la galería, ni aún menos a la vanidad. Estas pinturas de rostros nostálgicos, atormentados, desencantados, abiertamente sinceros, confiados, de miradas transparentes, reales o ficticias, indescifrables... son el resultado de la insistencia de la pintora en mirar hacia el interior de cada mujer u hombre elegido, el rostro como reflejo del alma, lejos de la masificación).


Mirada que desvela la memoria en estos retratos que niegan la duplicidad, la suplantación, o el parecido fácil; hablando por sí mismos, evocando, desvelando ausencias.

José Montané